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La salud del hígado se refiere al bienestar general y al funcionamiento adecuado del hígado, un órgano importante del cuerpo. Implica preservar la capacidad del hígado para metabolizar los alimentos, eliminar toxinas, producir proteínas y almacenar energía.
Aquí le mostramos cómo cuidar su hígado:
Muchas cosas pueden causar problemas hepáticos: demasiado alcohol, infecciones como hepatitis, enfermedad del hígado graso no alcohólico relacionada con la obesidad, uso excesivo de medicamentos o toxinas, enfermedades autoinmunes, mala alimentación, relaciones sexuales sin protección y el uso de ciertos productos dietéticos.
Fatiga, ictericia, dolor de estómago, pérdida de peso inexplicable, orina oscura, heces pálidas, náuseas y pérdida del apetito son algunos de los primeros indicadores de daño hepático.
Se utilizan numerosas técnicas para diagnosticar la enfermedad hepática, como biopsia hepática, estudios por imágenes (como resonancia magnética o ultrasonido) y análisis de sangre para medir las enzimas hepáticas. Un examen físico y la historia clínica también son cruciales. La estrategia diagnóstica particular está determinada por el tipo y la causa sospechada de enfermedad hepática. El consejo de un profesional médico es necesario para llegar a un diagnóstico preciso.
El alcohol causa inflamación, cirrosis y enfermedad del hígado graso, todas las cuales son afecciones que dañan el hígado. Dificulta la capacidad del hígado para metabolizar grasas, descomponer toxinas y producir proteínas. Beber demasiado alcohol puede causar daño hepático crónico con el tiempo, lo que aumenta el riesgo de enfermedades hepáticas como la hepatitis alcohólica.
Para prevenir el cáncer de hígado, puede:
Mantener una dieta balanceada, limitar o abstenerse del alcohol, hacer ejercicio con frecuencia, mantenerse hidratado, controlar su peso, dormir lo suficiente y pensar en incluir alimentos y hierbas amigables con el hígado como el ajo, la cúrcuma y el té verde en su dieta son excelentes maneras de mejorar naturalmente la salud de su hígado.
Aunque no se conoce una cura para la cirrosis hepática, según la gravedad y la causa subyacente de la enfermedad, las modificaciones del estilo de vida, los medicamentos y, ocasionalmente, un trasplante de hígado pueden retrasar o detener su progresión.